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Entrevista en el Mundo: “Ya está bien de lamentarnos de lo mal que nos van las cosas”

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Iñaqui Carnicero (Madrid, 1973) cree en lo colectivo y en la flexibilidad como palancas de acción claves en el ámbito de la Arquitectura. Lo piensa y lo pone en práctica. “Los propietarios de esta casa iban a comprase dos viviendas de 60 metros en el centro de Madrid. Pero, por el mismo dinero, optaron esta parcela en Torrelodones y construir dos casas de 120 metros cada una”, asegura.

Defensor de la cultura del alquiler, plantea que las grandes casas que no se venden deberían destinarse a familias menos pudientes que compartieran gastos y espacios comunes. “Se ha demostrado que este afán que tenemos, histórico, por coseguir una vivienda en propiedad ha pasado a la mejor vida”.
Hay que cambiar de mentalidad y “asumir modelos europeos donde la vivienda se disfruta en alquiler”, y eso tiene muchas ventajas. Más ahora cuando los más jóvenes se ven obligados a dejar este país y a busarse la vida en otros lugares del mundo.

“Es posible que las cosas no cambien y que los que tenemos que cambiar somo nosotros”

 

También se muestra molesto cuando le preguntan por la crisis del sector en España y sale a colación la manida excusa de que “está todo parado” o eso de que en la profesión ‘no hay cama pa’tanta gente’. “Ya está bien de quejarnos. Así no vamos a cambiar nada. Hay que tomar decisiones, que pasan o bien por cambiar radicalmente nuestro ámbito de actividad o bien, en un momento dado, por viajar a otro país y probar fuera, y dejar de estar todo el día llorando por las esquinas”.
Porque, analiza, “debemos asumir que es posible que las cosas no cambien y que los que tenemos que cambiar somo nosotros”.
Su curriculum aún es parco pero, quizá gracias a la influencia de los dos maestros con los que ha trabajado, Campo Baeza y López-Peláez, en poco tiempo ha firmado proyectos de entidad, como la rehabilitación de dos pabellones del Matadero de Madrid o la sede de la Fiscalía de Madrid -que no ha llegado a construirse-. Tampoco se ha comenzado aún la construcción de Vallecas 35, donde su estudio también se hizo con el primer premio.

Madrid desde Torrelodones

Una de las rocas de la parcela sujeta el nivel principal de la vivienda

En Torrelodones, al noroeste de Madrid, materializa ese sentido de lo colectivo en la Casa Pitch, donde uno más uno es igual a uno, en una casa de hormigón que parece que flota sobre una pecera de vidrio.
“Es cierto que el hormigón es un material vasto, que normalmente se asociacia con búnkeres y cosas así. Aquí intentamos enfrentar la crudeza del hormigón a la ligereza de otros materiales, como el vidrio”, o a la calidez de la piedra blanca que recubre todos los suelos.
La estructura del edificio se descompone en tres niveles. Del inferior, que resuelve la pendiente con el terreno, parte una de las rocas de la parcela que sujeta el siguiente nivel del plano donde se sitúan lo estares de la casa. En el tercero se ubican los dormitorios, que el arquitecto concibe como un cajón de hormigón elevado y donde la luz es menor y procede de más arriba, de forma que, desde la cama, es posible salvar la indigesta visión de una hilera impactantes y polémicos adosados que separan los ojos del encinar de Torrelodones.

Por dentro

Para Carnicero, el hormigón tiene la ventaja de que “con él puedes envolver el espacio”. Es el único material que te permite “construir paredes y techos de la misma manera”, con el mismo proceso constructivo. En cuanto a aislamientos térmicos, “funciona estupendamente”.
Gracias al uso de pequeños encofrados de madera, los muros exhiben lo que Carnicero llama “la huella constructiva”, es decir, la textura de los tableros de madera plasmados en el hormigón en firas tiras. “El hormigón te obliga a estar muy antento a fase de la obra previa al hormigonado, pues viene líquido y precisa poner toda la atención en ese molde que va a contener el material hasta que endurezca”.

La casa 1+1=1 publicada en la revista: “En blanco”. Catedra blanca de Valencia

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La catedra Blanca de Valencia publica la revista “En Blanco” donde selecciona una serie de viviendas realizas en hormigón armado y donde se encuentra entre otras la casa 1+1=1.
Las viviendas que se incluyen en el número son:
Vivienda Unifamiliar en Los Peñascales, Torrelodones, Madrid, España; Iñaqui Carnicero.
 Bloques Normales; Raúl Castellanos Gómez, Débora Domingo Calabuig. 
Casa en el Jardín del Sol, Taraconte, Tenerife, España; Corona y P. Amaral Arquitectos. 
Casa JD, Mar Azul, Partido de Villa Gesell, Provincia de Buenos Aires, Argentina; BAK Arquitectos. 
Casa Paraty, Paraty, Río de Janeiro, Brasil; Studio MK27 – Marcio Kogan. 
Casa en Camino a Farellones, Santiago, Chile; Max Núñez B. y Bernardo Valdés E. 
Casa en Frontenex, Ginebra, Suiza; Charles Pictet Architecte FAS SIA. 
Casa en Estoril, Lisboa, Portugal; Jorge Mealha. 
Casa en Lumino, Suiza; Davide Macullo + Marco Strozzi. 
House O, Chiba, Japón; Sou Fujimoto. 
Atelier Katharina Grosse, Berlín, Alemania; Augustinundfrankarchitekten. 
Maison du Béton en Zwickau, Cainsdorf, Alemania; atelier st.
Vivienda Unifamiliar en Motril, Granada, España; Gijón Arquitectura.

Casa 1+1=1 publicada en la sección “Featured Houses” de la revista Architectural Record

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Located on a rocky slope in the western outskirts of Madrid, this 2,691-square-foot concrete, glass, and steel house turns its back to the surroundings and interacts instead with the distant Pardo forest and Madrid’s skyline.


Design concept and solution:
The house denies the surroundings and the abrupt topography of the site by delicately leaning on the rocks with a large horizontal plane that defines the footprint of the building. Organized into two independent parts with multiple layers, the house’s lowest level contains service and utility areas as well as parking. The main entrance to the upper volume is up an almost hidden staircase situated around a giant rock.

One single double-height volume contains the rest of the program. It is a hermetic, horizontal prism related to the “footprint plane” in its placement, shape, and dimension. It is within this volume where two layers support the living sections of the house. Against the hillside, the almost hanging concrete box containing private areas hovers over the lower, glass-walled level, protecting it from the sun while preserving views to the horizon. This glazed section contains kitchen, dining, and living spaces and opens to the pool area outside.

A unique bay window—a horizontal void that runs almost the entire width of the concrete box—provides a framed view of the skyline and brings natural light into the first floor, allowing the sun to enter diagonally into the ground floor through the central double height.